Más Allá de las Recetas
¿Alguna vez te has detenido a reflexionar sobre la diferencia entre un chef o jefe de cocina y un líder en la cocina?
No se trata solo de preparar platos deliciosos o de perfeccionar las salsas; se trata de ser un guía, un mentor que va más allá de las recetas y las técnicas, capaz de orientarte. Y esta guía no debería limitarse a la cocina; cualquier jefe debería ser un buen líder.
Distinción entre Jefe y Líder:
Cuando comencé en la cocina, desde el área de lava platos, recuerdo que éramos parte de un equipo tan grande que, a veces, parecía que éramos solo piezas en un engranaje bien aceitado. Mi nombre quedaba atrapado entre el estruendo de sartenes y el vaivén de platos.
Éramos identificados por nuestras funciones: “Paste” (para el pastelero de turno), “Jefe” o “Chef” para la figura de autoridad que dirigía el caos creativo de la cocina, y “Bacha” para aquellos que nos encargábamos de la labor de lavar platos.
En cualquier entorno laboral, la distinción entre un jefe y un líder puede ser monumental. Mientras que un jefe dirige tareas y supervisa procesos, un líder va más allá, siendo un mentor y un defensor de su equipo.
Mi tiempo en esa cocina llegó a su fin debido a las reglas de la empresa. Uno de esos líderes levantó la mano para defender mi permanencia, viendo mi esfuerzo, ganas de trabajar y buen desempeño. Pero las reglas son reglas.
Transición a la Parrilla:
Después de mi paso por la cocina bulliciosa, el destino me llevó a un rincón donde el arte de las carnes a la parrilla se convertía en magia.
En esta nueva travesía, mi punto de partida fue la bacha, pero esta vez uno de los cocineros, con pelo largo y atado, un gorro que era casi su corona y una barba que recordaba a un vikingo, decidió darme la oportunidad de trabajar directamente junto a él.
Me enseñó las complejidades de freír y preparar los más deliciosos platos, también me sumergió en el mundo de los postres y los quehaceres diarios de la cocina. Su enfoque no era solo enseñarme técnicas; él sabía que el arte de la cocina iba más allá de las recetas escritas en papel.
Largas horas
Las largas horas de trabajo, el calor del fuego, las brasas que agotan, todo estaba allí para desafiarnos y probar nuestros límites. Pero él, con su sonrisa constante y un estilo de barba que evocaba a un guerrero nórdico, siempre encontraba la manera de mantener el buen humor.
En medio de las bromas y apodos que solo podrían entenderse en el contexto único de una cocina, aprendí la importancia de mantener la alegría en medio de la batalla culinaria.
Así, entre el humo de la parrilla y las risas en la cocina, descubrí que la verdadera sazón no solo reside en los ingredientes, sino también en el espíritu y la camaradería que creamos entre fogones.
Con el tiempo, decidí dar un paso más, alejándome de mi rol de ayudante. La oportunidad se presentó de manera inesperada: un restaurante de sushi buscaba personal para capacitar en los secretos de esta exquisita cocina. Al entrar, me encontré con un escenario donde cada cocinero navegaba en solitario; aunque la comida era impecable, no había un verdadero sentido de equipo.
Paso al Sushi:
Mi mentor designado sólo tenía dos semanas para transmitirme todos sus conocimientos, pero la verdadera revelación llegó cuando conocí a un compañero.
Este colega, más que un simple compañero, se convirtió en mi guía en este nuevo mundo del sushi. Aprendí no solo a moverme entre filas de ingredientes y a perfeccionar las técnicas, sino también a comprender el arte de trabajar como un equipo cohesionado.
Llegué a tener un inmenso respeto por él, ya que compartía todo lo que sabía sin reservas. Aunque ascendí al rol de jefe en esa cocina, nunca dejé de considerarlo como un mentor valioso. Las charlas con él, llenas de sabiduría y experiencia, a menudo me enseñaban más que las interacciones con el chef ejecutivo.
En esta etapa, descubrí que el liderazgo no solo reside en el rango, sino en la voluntad de aprender y compartir. A través de estas interacciones, me di cuenta de que las lecciones más valiosas no siempre vienen de las jerarquías formales, sino de aquellos que, con humildad y pasión, comparten su conocimiento sin restricciones.
Con el tiempo aprendí que son las reglas, las leyes, el dictar los quehaceres diarios lo que te hace un buen líder.
Principios del Liderazgo
La sonrisa, el sonreír, pedir por favor y decir gracias, mantener siempre (a pesar de que todo esté en contra) el respeto al otro. Debemos aprender que los problemas externos a la cocina son simplemente eso, problemas del mundo exterior; en la cocina, somos un elemento más que debe trabajar con la mejor precisión. El humor es lo que nos ayuda a combatir todos estos problemas.
Escucharnos y poder apoyarnos no significa que vamos a solucionar nada; a veces solo necesitamos ser escuchados un ratito, largar todo eso; somos compañeros que pasamos 8 horas (mínimo) todos los días.
Aprendizaje Continuo
Si quieres desarrollar buenas y ser un buen líder en la cocina, no te olvides de que siempre hay que aprender de todo y de todos; siempre se pueden encontrar mejores maneras de realizar algo. La solución a veces la puede tener la persona que tal vez no desempeñe o haga lo mismo que nosotros; estar fuera de nuestro mismo entorno los hace tener una perspectiva diferente a la nuestra.
Comparte toda la información que les pueda ayudar a los demás; enseñar nos ayuda a fortalecer lo aprendido. Pero siempre recuerda que los demás deben saber hacer su trabajo de la mejor manera, facilita más nuestro trabajo. No preparas compañeros, preparas a los próximos líderes.
Pero, aún nos queda mucho por descubrir. Después de todo, “jefe” es solo un título, mientras que “líder” es… ¿una guía, un mentor, un defensor? La respuesta está en cada experiencia culinaria, en cada plato preparado con pasión y en cada conexión humana forjada entre fogones. ¡La travesía continúa!
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