Hace un tiempo leía un libro que te ayuda a buscar tu “porqué”.

En resumidas cuentas, la idea es encontrar qué es eso que te hace ser como eres.

Lo que más me llamó la atención es cómo te hacía recordar historias y empezar a desglosarlas o deconstruirlas para intentar obtener el qué o el porqué de lo que sientes que te marcó, o qué de lo que pasó es lo que te genera algún sentimiento tan fuerte que puedes recordar la historia.

Recuerdos de la Primaria: La Maestra que Dejó Huella

Una de las historias que más recuerdo, o momento en particular, es durante la primaria.

Creo que todos debemos tener algún maestro o profesor que nos haya marcado o tal vez nos dejó recuerdos, ya sean lindos o feos.

En sí, la idea no era catalogarlo como lindo o feo, sino qué sacamos de la historia, de la persona, o del recuerdo en sí.

Esta maestra siempre estaba atenta a la necesidad de cada uno, ya sea escuchando, retando o felicitando, siempre en su justa medida.

Era tal su dedicación para con nosotros que, el recuerdo que más grabado me quedó fue una vez que fui a saludarla, ya de grande.

En el horario de salida, ella llamaba a los respectivos papás, o esperaba que los vinieran a buscar. Recuerdo que, al parecer, a uno de ellos, otro compañero le había sacado algo, un juguete o tal vez una pelota, no recuerdo con exactitud.

Todos sabemos que su tarea como maestra termina una vez que suena el timbre, pero para ella no. Se preocupó en recuperar esto que le habían sacado, ya sea por juego o por maldad, sinceramente no lo sé.

Llegó a un acuerdo con ambos y todos felices.

A mí, en lo particular, me acompañó durante la separación de mis papás. Se quedaba conmigo cada vez que yo me sentía mal y me acompañaba.

Hoy por hoy, creo que más maestros podrían aprender de ella. Que no solo se preocupaba por enseñarnos las tablas, sino en cómo ser mejores personas.

Tal vez sin intención directa de esto.

Siento que lo hacía por el simple hecho de que le nacía ser así. Pero nuevamente, nos dejaba muy lindas enseñanzas.

Recordando un poco, con el tiempo, yo hacía algo parecido con mis compañeros.

La Importancia de Compartir y Enseñar

Siempre me retaban porque me levantaba de mi asiento para hablar con los demás, pero no hablaba de cualquier cosa. Me gustaba ayudarlos con los ejercicios o con la tarea.

Ayudarlos sin más, ayudarlos porque entendía, pero no por una cuestión de superioridad. No sé, simplemente me gustaba ayudarlos.

¿Será que ya desde ese momento, la semilla de brindar algo que mi maestra fue regando poco a poco ya estaba creciendo?

Lo gracioso de esta última historia es que, al final, no sabían por qué realmente llamarme la atención, ya que mis compañeros resolvían junto conmigo. Varios reportes decían “le gusta charlar”.

Creo que de eso hay un poco acá en Sazonate.

Esta idea de compartir la información, las historias, los aprendizajes. Lo vivido, ya sea bueno o malo, como dije en otro post, hay que jugar el juego, sin esperar ganar o perder.

Esta idea se fortaleció mucho cuando realicé los cursos de la facultad de ingeniería. Ellos compartían que la información hay que compartirla y no quedársela para uno, que gracias a eso, hay progreso.

Y sí, ¿te imaginas si los grandes inventores se hubieran guardado la información o que cada invento no haya visto la luz nunca?

Bueno, justamente no tendríamos luz.

Siendo un poco más grande, comprendí un gran beneficio de contarles a los demás lo que sé o explicarles algo que ellos no lograban comprender.

Enseñar te ayuda a aprender. Refuerzas ideas, mientras más enseñas más aprendes.

Incluso cuando crees que aprendiste algo, puedes encontrar una nueva manera de hacerlo, o tal vez una diferente.

Empatía y Liderazgo: Un Modelo a Seguir

Gracias, gracias por haber sido esa maestra que no solo me enseñó a leer y escribir, sino que dejó muy lindos valores.

Gracias por acompañarme en esos momentos difíciles, que tal vez no era tan consciente de lo que pasaba, pero aún así me causaba tristeza.

Creo y considero que estas son una de las cosas que me ayudaron a ser como soy y que hoy me trae a compartirlo.

Ya sea en una cocina o siendo jefe en cualquier otro lado, no debería ser una cuestión de autoridad o de estrés para todos.

Debería ser algo agradable, algo del día a día. Un jefe debe ser alguien en quien confiar, aunque ojo, no debe ser quien no arregle los problemas.

Debe ser alguien que nos escuche un ratito desde su posición.

Créeme, esto hace que el equipo funcione mucho mejor, y como jefe no te quita más que un ratito.

No, no debemos hacerlo personal, simplemente escuchar. Tal vez el día de mañana nos toque a nosotros ser esa persona que necesita ser escuchada.

“Yo pensé que eras como esos jefes malos que te hablan a los gritos”,

me dijo una vez un compañero que hoy por hoy se convirtió en amigo.

Y para ir cerrando…

No quiero decir que a partir de hoy debemos hacer de psicólogos. Simplemente debemos tratarnos un poquito mejor y sentir un poco de empatía.

Esos son los jefes que más resultados van a tener siempre.

Si alguna vez te topas con uno, aprende lo más que puedas de él. Y si alguna vez te toca ser jefe, ¡ya sabes!


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